Crêpes: historia y receta
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Crêpes sucrées. Fuente: Elle France |
Las crêpes son uno de los dulces de origen
francés más conocidos, se consumen habitualmente en nuestro país como desayuno
o merienda, un capricho quizás, rellenos de mil sabores con mermeladas,
chocolate, frutas… Lo que nos es más desconocido es su verdadero origen, pues
esta receta proviene del mundo celta y más tarde fue adoptada por los romanos
con el nombre de crispus.
Precisamente
su origen celta es lo que hace que sean más típicas en zonas donde esa
tradición se mantuvo como Galicia, donde hacen las filloas, o Bretaña, donde
son más típicas las crêpes y las galettes, hechas con harina de trigo
sarraceno y que se acompañan de cosas saladas: carne picada, huevos, queso…
Allí precisamente se celebra la fiesta de la Candelaria (“La Chandeleur”) el 2 de
febrero, en la que se encienden velas (candelas) y se comen las crêpes acompañadas de sidra; una fiesta
de origen pagano que después se cristianizó, celebrándose 40 días después de
Navidad. En Francia ese día cada miembro de la familia debe hacer una de las
crêpes haciéndola saltar de la sartén con una mano, mientras en la otra
sostiene una moneda para atraer la prosperidad.
LA PREPARACIÓN de la masa es muy sencilla, sólo necesitamos hacerla con tiempo, no
puedes esperar a que salte el antojo para ponerte a cocinar; hay que
anticiparse. Si los quieres para desayunar, puedes hacer la masa antes de
acostarte, dejarla en el frigorífico toda la noche, y hacer los crêpes por la
mañana. Si no, por lo menos deja la masa 2 ó 3 horas en el frigo.
Esta
receta no requiere cosas raras, lo que vas a emplear será: un cuenco, unas varillas
de batir, un cazo de servir la sopa, una sartén, un pincel (que puedes
sustituir por un poco de papel de cocina) y una espátula para dar la vuelta a las
tortas.
Los
franceses suelen tener unas sartenes especiales que son anchas y planas, casi
sin borde y un rateau, que es un
palito de madera que arrastra la masa desde el centro a los lados; es muy
bonito ver cómo lo hacen, pero en España casi nadie lo tiene, así que lo
haremos menos profesional…
Lo
primero que debes hacer es dejar 50 gramos de mantequilla fuera de la nevera para
que se quede en textura de pomada, blandita; también puedes usar el microondas
a muy baja temperatura, pero controla que no se derrita porque cambia el sabor
y la textura.
De harina necesitas 250
gramos, y para que no salgan grumos es mejor que la
tamices; esto es muy sencillo de hacer pasándola por un colador fino.
Echa
en el cuenco 4 huevos, medio litro de leche, una pizquita de sal, y una cucharada sopera de azúcar vainillado.
Bate con las varillas, incorporando la harina tamizada poco a poco para que se
integre bien. Lo más importante es no dejar grumos, que quede una masa fina,
homogénea, “con buena pinta”. También puedes usar batidora eléctrica, pero la
textura será más propia de las tortitas americanas, más gorda.
Cuando
tengas esto, ya puedes incorporar la mantequilla y un chorro de licor. Esto va en gustos, puede ser armagnac, ron, cognac… el que te apetezca, pero que aporte sabor (no eches vodka)
Sigue batiendo hasta obtener un líquido no muy espeso, homogéneo y con un
fantástico olorcillo que te da ganas de comértelo tal cual.
Tras
el tiempo de frigorífico tendrás que volver a batir un poco porque es posible
que algunos ingredientes se separen un poco, pero ya estará perfecta para hacer
las crêpes.
Pon
la sartén al fuego y con el pincel, o un papel empapado, echa un poquito de aceite (neutro, por ejemplo el de oliva
suave). Tiene que ser una en la que no se vayan a pegar, evita la típica sartén
llena de rayones.
Entonces
simplemente tienes que echar un cacillo de masa y sin levantar casi la sartén
del fuego, inclinarla girando para que la masa se extienda más o menos
uniformemente. Verás que es cuestión de hacer un par para saber cuál es el
mejor grosor: si son muy finas se quebrarán por los bordes, si son muy gruesas
pueden quedar un poco crudas.
Al
echar la masa vas a ver cómo se va haciendo: se empieza a despegar por los
bordes, y despliega un baile de burbujas que indica que ya se ha hecho por un
lado y que puedes dar la vuelta a la torta. Haz lo mismo por el otro lado, y para
evitar que se pueda quemar, pincela de nuevo la sartén.
Éste
es el proceso.
Ten a
mano los platos porque lo más recomendable y divertido es reunirse en la
cocina, e ir comiendo las crêpes
según salen de la sartén bien calientes. Estas cantidades dan para unas 16 crêpes, aunque depende del tamaño que
nos guste
Las crêpes favoritas de los franceses son con
azúcar glace, las más sencillas; échalo
por toda la torta y después dóblalo o enróllalo y echa más azúcar por encima.
Pero realmente admiten todo tipo de rellenos: mermeladas, miel, chocolate con
plátano, fresas con nata, queso… y muy típicos son también los flambeados con
licor de naranja (Grand Marnier) o crêpes suzette. Mi recomendación:
probarlos de todos los sabores y colores…
Bon
appétit!