¿Por qué no hacer de la dieta el privilegio
de comer buenos alimentos?
Fotografía: La vanguardia |
En el siglo XXI la Dieta Mediterránea
es Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, y la obesidad se considera la
pandemia del mundo occidental. España, gran cuna del estilo de vida saludable e
ideal, del vino, la oliva y el pan, supera ya a Estados Unidos en población
infantil obesa, con un 19´1 por ciento. Algo no funciona. En los últimos
treinta años este problema se ha multiplicado por tres, pero no nos ponemos las
pilas, y mientras se hacen campañas a favor de la salud, en contra del tabaco,
o de no llevar cinturón de seguridad, entre otras, se nos ha olvidado que en
nuestro país hay niños de ocho años con colesterol. Los chavales han sustituido
la manzana por el bollycao y los columpios por la televisión, pero no hay
alarma, y siendo evidente que la responsabilidad no es del niño, ¿qué papel juegan
padres y educadores en el desarrollo de este problema? Permitir que sus hijos
aprendan a vivir con prisas, estresados, y dejarse seducir por la comodidad de
la comida rápida y lo precocinado. Me pregunto desde cuándo “lo cómodo” es algo
aconsejable en alimentación. A los niños les gusta la fruta, es dulce, sabrosa
y está llena de color… pero jamás la probarán si se les dan unas natillas
envasadas. Son más fáciles de comer. Y así los niños peor alimentados son los
que comen en sus casas. Los colegios ofrecen unos hábitos que muchos padres en
casa ni se plantean: dos platos y postre, guisos de legumbres, verduras,
frutas, e incluso pescado, aunque venga en forma de barrita energética. Una guerra.
Pero por qué no hacer de la dieta, que se ve como un castigo, un privilegio: el
de comer buenos alimentos, sabrosos y saludables. Si queremos que niños
perfectamente sanos no padezcan obesidad, colesterol, diabetes… Por favor, salgamos de la comodidad.
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